Hoy os quiero hacer una recomendación de un libro (para los aficionados a la lectura) que no tiene nada que ver con el tema de la adopción ni nada parecido. La razón por la que lo escribo aquí es porque como si el destino lo hubiese querido, he llegado a un capítulo con el título de esta entrada y en éste había alguna parte del relato que me ha hecho recordar tiempos pasados (por suerte) que no se ciñen a nuestra realidad pero con la que creo que más de uno y más de dos se pueden sentir identificados.
"Primero lo probamos de la manera tradicional, pero ella no se quedaba embarazada. De todos modos, seguimos intentándolo durante un par de años, pero no lográbamos nada.
Y, poco a poco, fue pasando de ser algo extraño a algo traumático. Según fueron transcurriendo los meses, hacer sexo fue cada vez más un deber que debía fructificar en un bebé.
Comenzamos a hacernos pruebas, a cambiar horarios y finalmente decidimos saber quién tenía el problema.
El problema... El problema parecía tan sencillo de solucionar... Había hasta parejas que te comentaban que no habían buscado ni el niño...
Mientras, nosotros ya no sabíamos dónde podía estar el nuestro, porque aquello ya no era una búsqueda sino una cacería. [...]
Probamos todos los métodos posibles. Rompimos todas las estadísticas. Cada vez nos quedaban menos oportunidades, menos tratamientos. Pasamos de los más sencillos a los más complejos. De hacer sexo tradicional a entregar mi aportación y la suya para que, en un laboratorio, los espermatozoides y los óvulos se amaran. Ellos sin nosotros, pero ni así. [...]
Incluso los que consiguen un niño con estos métodos jamás explican el vía crucis que han pasado. Por todo ello nos sentíamos rara avis, una pareja que luchaba contra molinos que sólo ellos veían."
Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor y en este caso mucho más sin duda.